Jean-Baptiste Lamarck

Lamarck formuló la primera teoría de la evolución biológica, en 1802 acuñó el término «biología» para designar la ciencia de los seres
vivos y fue el fundador de la paleontología de los invertebrados.
La biología como ciencia
Lamarck reclama para la biología la necesidad de una filosofía propia:
Sabemos que cualquier ciencia debe tener su filosofía
y que sólo por ese camino hace progresos reales. Los naturalistas gastarán
vanamente su tiempo describiendo nuevas especies, captando nuevos matices,
todas las pequeñas particularidades de sus variaciones para agrandar la inmensa
lista de las especies inscritas [...] Si la filosofía de la ciencia se
descuida, sus progresos no serán reales y la obra entera quedará imperfecta
Lamarck distingue entre universo (conjunto de la materia)
y naturaleza (orden de cosas particular y constante). Esta
distinción general es paralela a la establecida entre hechos yrelaciones:
para Lamarck no sólo es necesaria la observación y estudio de los hechos y
objetos, sino también de sus partes, las relaciones entre estas y las
relaciones de los objetos con los demás y de todos ellos con su entorno.
El naturalista ha de estar
siempre atento para que las leyes que postula no procedan de la imaginación,
sino de la realidad empírica. Su trabajo ha de consistir en observar y
recopilar los hechos y, por vía de sucesivas inducciones, abstraer con rigor
lógico las leyes que los expliquen del modo más amplio y consistente.
Clasificación de los seres vivos
La clasificación lamarckiana se basa en criterios funcionales. El sistema
nervioso central es el punto de partida, pues a
partir de su centralización y complejidad progresiva puede construirse la
cadena de los seres. Así, Lamarck clasifica a los animales en tres grandes
grupos: aquellos dotados de irritabilidad (invertebrados inferiores),
aquellos que poseen además el «sentimiento interior» (invertebrados superiores)
y aquellos que revelan inteligencia y voluntad (vertebrados).
Naturaleza y origen de la Vida
Para Lamarck, la vida es un fenómeno natural consistente en un modo
peculiar de organización de la materia. En este sentido, considera que los
organismos vivos están formados por los mismos elementos y las mismas fuerzas
físicas que componen la materia inanimada; los reinos animal y vegetal sólo
difieren, por tanto, del reino mineral por el modo de organización interna de
los mismos elementos (HNASV).
A partir de su concepto de vida, Lamarck radica en la generación
espontánea el mecanismo de su origen: el movimiento de la
materia provocado por la acción de las fuerzas de la naturaleza es capaz de generar
de manera espontánea a los organismos vivos más sencillos. A partir de ellos,
la naturaleza continúa su tendencia al progresivo incremento de complejidad a
medida que cada organismo va siendo sustituido por otros dotados de más órganos
y facultades. Para explicar la coexistencia temporal de organismos de distinto
grado de complejidad, Lamarck postula que la naturaleza está permanentemente
produciendo nuevas formas de vida.
Teoría de la evolución de Lamarck (lamarckismo o transformismo)
Se apoyó para la formulación de su teoría en la existencia de restos de
formas intermedias extintas. Con su teoría se enfrentó a la creencia general
por la que todas las especies habían sido creadas y permanecían inmutables
desde su creación. También se enfrentó al influyente Cuvier que justificó
la desaparición de especies, no porque fueran formas intermedias entre las
primigenias y las actuales, sino porque se trataba de formas de vida
diferentes, extinguidas en los diferentes cataclismos geológicos sufridos por
la Tierra.Lamarck formuló la primera teoría de la evolución. Propuso que la
gran variedad de organismos, que en aquel tiempo se aceptaba eran formas
estáticas creadas por Dios, habían evolucionado desde formas simples;
postulando que los protagonistas de esa evolución habían sido los propios
organismos por su capacidad de adaptarse al ambiente: los cambios en ese
ambiente generaban nuevas necesidades en los organismos, y esas nuevas
necesidades conllevarían una modificación de los mismos que sería heredable.
La teoría de Lamarck es una teoría sobre la evolución de la vida, no sobre
su origen, que, en aquel entonces, se aceptaba, surgía espontáneamente en sus
formas más simples. Sería 50 años después cuando Pasteur demostrara que todo proceso defermentación y descomposición orgánica se
debe a la acción de organismos vivos y que el crecimiento de los microorganismos en caldos nutritivos no era
debido a la generación espontánea.
Lamarck tuvo que esbozar su teoría en un tiempo en el que el estado de las
ciencias naturales era “caótico”, "formuladas en una época en que ni
siquiera se podía entrever la posibilidad lejana de fundarlas sobre hechos
evidentes".
El estado caótico del conocimiento en torno a los fósiles, la anatomía y la
taxonomía antes del evolucionismo, la pregunta: «¿Cómo es que a nadie se le
ocurrió antes pensar en el evolucionismo?» se convierte en «¿Cómo es posible
que a alguien se le ocurriera pensar en el evolucionismo?».
Leon Harris.
Para Lamarck, la observación de la naturaleza, donde los organismos se
encuentran perfectamente adaptados al ambiente en el que se desarrollan,
llevaba a la siguiente alternativa: o los organismos fueron creados con todas
las adaptaciones a todos los ambientes existentes en la Tierra y estos
ambientes no habían cambiado desde sus orígenes, como se aceptaba entonces; o
los organismos se adaptaban a estos ambientes y por consiguiente iban
modificando su estructura conforme el ambiente iba cambiando, como él proponía.
Lamarck, al tiempo que formuló la evolución de la vida, formuló un
mecanismo por el que ésta evolucionaría. Para Lamarck la naturaleza habría
obrado mediante "tanteos": "Con relación a los cuerpos
vivientes, la Naturaleza ha procedido por tanteos y sucesivamente" , y su teoría podría
sintetizarse en: las circunstancias crean la necesidad, esa necesidad crea los
hábitos, los hábitos producen las modificaciones como resultado del uso o
desuso de determinado órgano y los medios de la Naturaleza se encargan de fijar
esas modificaciones. Describió esta evolución como consecuencia de seis puntos:
1. Todos los cuerpos
organizados (organismos) de la Tierra han sido producidos por la naturaleza
sucesivamente y después de una enorme sucesión de tiempo.
2. En su marcha constante,
la Naturaleza ha comenzado, y recomienza aún todos los días, por formar los
cuerpos organizados más simples, y que no forma directamente más que éstos. Es
decir, que estos primeros bosquejos de organismos son los que se ha designado
con el nombre de generaciones espontáneas.
3. Estando formados los
primeros bosquejos del animal y del vegetal han desarrollado poco a poco los
órganos y con el tiempo se han diversificado.
4. La facultad de
reproducción inherente en cada organismo ha dado lugar a los diferentes modos
de multiplicación y de regeneración de los individuos. Por ello los progresos
adquiridos se han conservado.
5. Con la ayuda de un
tiempo suficiente, de las circunstancias, de los cambios surgidos en la Tierra,
de los diferentes hábitos que ante nuevas situaciones los organismos han tenido
que mantener, surge la diversidad de éstos.
6. Los cambios en su
organización y de sus partes, lo que se llama especie, han sido sucesiva é
insensiblemente formados. Por lo que la especie no tiene más que una constancia
relativa en su estado y no puede ser tan antigua como la Naturaleza.
Formulando dos leyes:
Así, para llegar a
conocer las verdaderas causas de tantas formas diversas y de tantos hábitos
diferentes como nos ofrecen los animales, es preciso considerar que las
circunstancias infinitamente diversificadas, en las cuales se han encontrado
los seres de cada raza, han producido para cada uno de ellos necesidades nuevas
y cambios en sus hábitos necesariamente. Reconocida esta verdad, que nadie
podrá negar, será fácil percibir cómo las nuevas necesidades han podido ser
satisfechas y los nuevos hábitos adquiridos, si se presta alguna atención a las
dos siguientes leyes de la Naturaleza, que siempre ha comprobado la
observación: Primera ley: En todo animal que no ha traspasado el
término de sus desarrollos, el uso frecuente y sostenido de un órgano cualquiera
lo fortifica poco a poco, dándole una potencia proporcionada a la duración de
este uso, mientras que el desuso constante de tal órgano le debilita y hasta lo
hace desaparecer. Segunda ley: Todo lo que la Naturaleza hizo
adquirir o perder a los individuos por la influencia de las circunstancias en
que su raza se ha encontrado colocada durante largo tiempo, y consecuentemente
por la influencia del empleo predominante de tal órgano, o por la de su desuso,
la Naturaleza lo conserva por la generación en los nuevos individuos, con tal
de que los cambios adquiridos sean comunes a los dos sexos, o a los que han
producido estos nuevos individuos.
Lamarck, con estas leyes, sostuvo que si una “raza” (esto es, un grupo de
organismos) estaba sometida a las mismas condiciones ambientales y estas
condiciones se prolongaran durante mucho tiempo, se transformarían adaptándose
a ese ambiente. Como mecanismo, propuso que las trasformaciones que los
organismos sufrimos en vida sometidos a los diferentes ambientes, con el tiempo
se fijarían en su descendencia, lo que hoy conocemos como transferencia
horizontal. Advirtió que ese proceso es un proceso tan lento que desde nuestra
capacidad de observación pasaría inadvertido. Según estas leyes los cambios se
producen no en el individuo sino en la población (no en uno o varios
individuos, sino en el conjunto de individuos del grupo) y no son cambios
inmediatos sino que se fijarían a lo largo de un prolongado proceso.
las variaciones en las
circunstancias para los seres vivientes, y sobre todo para los animales,
producen cambios en sus necesidades, en sus hábitos y en el modo de existir, y
si estos cambios dan lugar a modificaciones o desarrollos en los órganos o en
la forma de sus partes, se debe inducir que insensiblemente todo cuerpo
viviente cualquiera debe variar en sus formas o sus caracteres exteriores,
aunque semejantes variaciones no llegasen a ser sensibles más que después de un
tiempo considerable. […] En cada lugar donde los seres pueden habitar, las
circunstancias que establecen en él un orden de cosas permanecen largo tiempo
siendo las mismas y no cambian en realidad más que con una lentitud tan grande,
que el hombre no puede advertirlas directamente. Está obligado a consultar los
monumentos para reconocer que en cada uno de aquellos lugares el orden de cosas
establecido no ha sido siempre el mismo. Las razas de animales que viven en
cada uno de ellos deben conservar en él largo tiempo sus hábitos. De aquí para
nosotros la aparente constancia de las razas que llamamos especies, constancia
que hizo nacer en nuestro pensamiento la idea de que las razas son tan antiguas
como la Naturaleza.
Las ideas de Lamarck no fueron tomadas en cuenta en su época, aunque su
libro filosofía zoológica,
donde plasmó su teoría, circuló por Francia y también por Inglaterra, obra a la que tuvo acceso el propio
Darwin.
Fue después de formulada la teoría de la selección natural cuando
los evolucionistas retomaron el pensamiento de Lamarck intentando suplir el
vacío que la selección natural dejaba al no explicar la fuente de la
variabilidad sobre la que tal selección actuaba. El propio Darwin, al tiempo
que denostaba la teoría de Lamarck, intentó cubrir ese vacío postulando la
“pangénesis”, un mecanismo de transferencia horizontal lamarkiano. Y sería
a principios del siglo XX cuando Weismann lo refutara con la formulación de la
conocida como “barrera Weismann” por la que se consideraba que existiendo dos
líneas, la germinal y la somática, no cabría la posibilidad de transferencia de
información entre la una y la otra. Malinterpretando a Lamarck desarrolló un
experimento que supuestamente refutaba su teoría: cortó el rabo a sucesivas
generaciones de ratones para demostrar que sus descendientes no nacían con el
rabo cortado.
Desde entonces, el Lamarckismo se ha simplificado con argumentos que vienen
a caricaturizarlo: "En pueblos donde el herrero hereda el oficio de su
padre, su abuelo y su abuelo, se pensaba que heredaba también unos músculos
bien desarrollados. sólo los heredaba sino que los desarrollaba más con el
ejercicio, y pasaba estas mejoras a su hijo".Ya en vida, Lamarck se
tendría que defender de argumentos parecidos:
No obstante, se objeta todavía que todo lo que se ve anuncia, relativamente
al estado de los cuerpos vivientes, una constancia inalterable en la
conservación de su forma, y se piensa que todos los animales cuyo recuerdo nos
ha transmitido la historia resaltan siempre los mismos y no han perdido ni
adquirido nada en el perfeccionamiento de sus órganos y en la forma de sus
partes. [...] "No se puede por menos —dicen los autores— contener los
vuelos de la imaginación, cuando todavía se ve conservado con sus menores huesos,
sus menores pelos y sus menores detalles tal animal que antes tenía en Tobas o
en Menfis sacerdotes y altares. Pero sin extraviarnos en todas las ideas que
hacen nacer semejantes aproximaciones, limítense a exponer que estos animales
son perfectamente semejantes a los actuales" (Anales del Museo de Historia
Natural.) [...] Nada existe, por tanto, en la observación que acaba de ser
citada que resulte contrario a las consideraciones que llevo expuestas sobre
este asunto, ni que pruebe que los animales de que se trata hayan existido en
todo tiempo en la Naturaleza, pues demuestra solamente que vivían en Egipto hace dos o tres mil años. Y todo hombre que posee
el hábito de reflexionar y de observar al propio tiempo los documentos de la
enorme antigüedad que muestra la Naturaleza, aprecia en su verdadero valor la
insignificante cifra de tres mil años con relación a las épocas geológicas.
Lamarck, Filosofía zoológica.
Durante el siglo XX el lamarckismo ha sido defendido por diferentes
evolucionistas, y el conocido como “efecto Baldwin” (enunciado por James
Marck Baldwin y C. Loyd
Morgana finales del siglo XIX), una versión edulcorada de
lamarckismo según la cual los hábitos sostenidos de las especies, por selección
natural, se fijarían en la herencia, se mantiene como plausible para resolver
algunas dificultades del neodarwinismo.
Avanzado el siglo XX, la “barrera Weismann” se ha mostrado franqueable, sin
poderse probar que los caracteres adquiridos no puedan llegar a ser heredables. La transferencia
horizontal se ha demostrado en casos, y se ve en los virus, con su capacidad de intercambio
genético, a los posibles actores de tales transferencias. También, en la
simbiosis, se ha demostrado la existencia de transferencia genética, y en su
grado de máxima integración, la simbiogénesis, ha demostrado la
eclosión de nuevas individualidades, quimeras que integran a sus simbiontes. El
paso de procariotas a eucariotas, descrito en la endosimbiosis
seriada, fue consecuencia de estos procesos simbiogenéticos; aunque Mayr y Maynard
Smith en los años 90 opinaban que estos procesos nada tienen que ver con el
Lamarckismo. Gould (1977) diría: “Dudo que el lamarckismo pueda volver a
experimentar un resurgimiento como teoría viable de la evolución”.
Al día de hoy (2010), en mayoría, la comunidad científica considera el
paradigma neodarwinista satisfactorio para explicar la evolución biológica, no
considerando válido el lamarckismo. No obstante, Lynn Margulis, entre otras y otros, considera que
“una sugerencia principal para el nuevo siglo en biología es que el difamado
eslogan del lamarckismo, «la herencia de los caracteres adquiridos» no debe ser
todavía abandonado: tan sólo debe ser refinado cuidadosamente”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario